Cuando recibiste a Cristo en tu corazón y le confesaste con tu boca como el Hijo de Dios y Señor de tu vida, abriste la puerta espiritual de la bendición para ti y tu familia, tu nombre fue inscrito en el Libro de la vida y todos tus pecados fueron perdonados.

El próximo paso a dar en el camino de la fe es ser totalmente sumergido en las aguas del bautismo con la ayuda de un discípulo de la congregación.

Mateo 28:19 dice que para convertirte en discípulo del Señor Jesucristo es necesario seas bautizado en las aguas. Eso es como cuando el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo para salir de Egipto, allí fueron destruidos todos sus enemigos y ellos prosiguieron en su camino hacia la tierra prometida. La Biblia nos enseña que no bautizarnos en agua podría impedirnos resucitar juntamente con Cristo. De echo te sabemos decir que es una ordenanza del Señor.

Es muy importante que no te prives del hermoso privilegio de participar de la Santa Cena, nosotros creemos que es una oportunidad más para ponernos a cuentas con Dios, es un juicio personal entre tu y el Señor.

El discipulado es la forma bíblica de empezar a seguir más de cerca al Señor; lo puedes hacer acudiendo a la Iglesia, escuchando las transmisiones por nuestros las redes sociales. Discipularse es profundizar en el conocimiento de la Palabra De Dios para edificación de tu vida. Mientras lo vayas haciendo van a ir cayendo las cadenas que tenían atada a tu mente espiritual y vas a madurar en tu conocimiento del Señor.

Busca con todo tu corazón ser bautizado por el Espíritu Santo, ese es un regalo que el Señor te dará en su momento, pero debes anhelarlo. Una de las manifestaciones que acompañan ese bautismo es el hablar en nuevas lenguas espirituales que no podemos entender pero nuestro espíritu si lo hace.